En la NFL hay una división que marca el paso a todas las demás. La NFC Norte tiene a sus 4 equipos, no solo en récord positivo, sino con al menos 4 victorias; esto es la primera vez que sucede desde que se reordenaron las divisiones en la NFL en el año 2002. Pero el dominio de estos cuatro equipos va incluso más allá, los Vikings (+61), los Lions (+60), los Bears (+47) y los Packers (+41) comandan la clasificación de equipos con mejor diferencial de puntos de toda la NFL, ni uno solo lo tiene mejor que los integrantes de la NFC Norte, que por supuesto, ahora mismo tiene a todos sus integrantes en puestos de Playoffs. Esto se romperá cuando empiecen los enfrentamientos entre ellos –esta próxima jornada ya tenemos un interesantísimo Lions-Vikings– pero no me extrañaría que al menos tres de los cuatro jueguen los Playoffs en enero. Cuando en una división hay varios equipos que aspiran claramente a llegar lejos, se inicia una especie de carrera armamentística para reforzar tu equipo con los mejores jugadores. Esto ya pasó en la NFC Oeste hace no mucho tiempo, más recientemente en la AFC Norte y ahora es la Norte de la NFC, que es la división que marca el paso en la liga.
Nadie es más sólido que los Detroit Lions
Viendo jugar estas últimas semanas a los Lions es difícil no confiar en la propuesta que Dan Campbell presenta con este equipo. Un poco como sucede con los Ravens en la Americana, a los que les costó un par de semanas dar con la tecla, para los Lions fue la derrota en casa contra Tampa la que hizo que encontraran su camino. Ese día, que solo anotaron 16 puntos, lanzaron el balón 55 veces. Desde entonces, la carrera ha sido el inicio de todo para ellos, con un monstruo de dos cabezas formado por un David Montgomery jugando al mejor nivel de su carrera y un Jahmyr Gibbs que no para de progresar. Desde el dominio de estos dos RBs, todo es más fácil para un Jared Goff que, frente a Seattle, firmó un partido perfecto, sin errar un solo pase y este pasado domingo en Arlington jugó uno de sus mejores partidos como Lion frente a unos inermes Dallas Cowboys.
Estas dos últimas semanas Detroit ha tenido todo el aspecto de un equipo de Super Bowl, anotando 42 puntos frente a Seattle y 47 frente a Dallas y, sobre todo, ofreciendo una impresión de tener absolutamente bajo control de todo lo que sucedía en el campo. Hacerlo contra la defensa de Brian Flores la próxima semana no será sencillo, pero desde luego será una buena piedra de toque para la ofensiva de Ben Johnson, que no solo ha demostrado consistencia sino que además se está gustando con jugadas de engaño todas las semanas.
Sin embargo, en este partido los Lions tuvieron una noticia horrible, viendo cómo su Pass Rushers estrella Aidan Hutchinson se rompía la tibia y tenía que ser operado de urgencia, dejándole fuera para todo el año. Al final, en un equipo que aspira a ganar el anillo, una de las necesidades clave es contar con un jugador defensivo que sea capaz de conseguir un puñado de jugadas disruptivas que arruinen algunos drives de tu rival. Un sack, una presión que obligue al QB rival a tirar el balón fuera o que sirva para que no encuentre a su receptor liberado y le de a tu equipo una oportunidad más. Eso ha sido Chris Jones para los Chiefs en los últimos anillos, por eso es tan valioso para ellos; eso es Nick Bosa… Y eso tendría que haber sido Hutchinson para estos Lions, que además configuraban su defensa en torno a un jugador que lideraba la NFL hasta el momento en sacks, presiones al QB y golpes al QB. Es una baja decisiva que complica su temporada porque además estaba permitiendo a la defensa de Detroit ir a por el QB solo con cuatro jugadores e igualmente marcar las diferencias dejando al resto del equipo en cobertura. Veremos si hay algún movimiento para tratar de incorporar un Pass Rusher de entre los equipos que ya no aspiran a llegar lejos. Como mínimo, la baja de Hutchinson lo que hace es reducir el margen de error para un ataque que, siendo honestos, no ha cometido muchos fallos una vez ha alcanzado la velocidad de crucero.
Los Dallas Cowboys implosionan delante de su público
El 47-9 que reflejaba el marcador del AT&T Stadium de Arlington al final del partido contra los Lions supone la peor derrota como local de los Dallas Cowboys desde que Jerry Jones comprara el equipo en 1989. Si miramos el récord de los Cowboys, el 3-3 que acumulan te hace pensar que no están tan lejos de los mejores, al fin y al cabo es el mismo que, por ejemplo, tienen ahora mismo los San Francisco 49ers. Pero viéndoles jugar, especialmente en este duelo ante Detroit, no hay un solo argumento al que aferrarse para pensar que Dallas pueda ser competitivo. El desastre fue absoluto tanto en ataque como en defensa y esta derrota puede ser un punto de inflexión que acelere el fin del proyecto de Mike McCarthy.
Los problemas tanto en ataque como en defensa tienen que ver con la falta de talento, pero también tienen que ver con el sistema. Empezando por la defensa de Mike Zimmer, la que más personal base juega de toda la NFL (personal base, es decir, jugar con 3 LBs en el campo), es incapaz de frenar la carrera rival de ninguna manera. En las tres derrotas que acumulan en casa, Alvin Kamara, Derrick Henry y, este pasado domingo, Montgomery y Gibbs, asfaltaron por completo a una unidad defensiva que no está ni cerca de tener los recursos adecuados para detener la carrera.
En ataque, Prescott está lejos del nivel que mostró el pasado año y el hecho de que solo CeeDee Lamb sea un recurso válido y consistente, pone muchas interrogantes para un ataque que no tiene juego de carrera, ni una protección adecuada, ni otras alternativas aéreas al margen del 88. No vale con dejarlo todo en manos de Dak Prescott y CeeDee Lamb y que ellos saquen del atolladero a su ofensiva. Eso no funciona, obliga a estos dos a jugar en modo difícil y llegan los errores. Y, por supuesto, Mike McCarthy no está ofreciendo respuestas y está fallando a su QB y a su equipo.
No siempre está soleado en Philadelphia
Por mucho que la sitcom de principios de siglo dijera eso de ‘It’s always sunny in Philadelphia’, desde luego no es así para los Eagles y ni mucho menos para su Head Coach Nick Sirianni, que acabó enfrentándose al público de su propio estadio, que durante buena parte del partido ante los Browns se dedicó a pedir su cabeza. Esa imagen de Sirianni recriminando al público después de ganar, en una especie de “¿qué tenéis que decir ahora?”, simboliza su final como Head Coach de Philadelphia, aunque este no haya llegado todavía de manera efectiva.
La manera en la que está interviniendo sobre las decisiones ofensivas, eliminando todo lo que Kellen Moore había traído para mejorar ese ataque –el ejemplo perfecto son las motions, que tuvieron un papel importante en la victoria ante los Packers y que han prácticamente desaparecido–, no está beneficiando a esa unidad ofensiva. Sirianni está queriendo recuperar la legitimidad perdida dentro de la organización y solamente complica más las cosas para su equipo. Como ha pasado muchas veces, contar con AJ Brown y Devonta Smith tapa muchas de las miserias de su entrenador y en este partido Jalen Hurts juega a un gran nivel, pero no puedes esperar que tus receptores estrella vengan siempre al rescate porque eso te vuelve muy disfuncional y no oculta que la toma de decisiones no está siendo nada buena por parte de su entrenador.
Si una victoria te deja un sabor de boca tan extraño, mal asunto. Su silla está cada vez más caliente.
MVP de la Jornada: Lamar Jackson
En una reflexión parecida a la que hacíamos con los Lions en la Nacional, los Ravens se destacan como la propuesta más sólida como alternativa a los Chiefs y este año parecen incluso mejores que el pasado. Lamar luce incluso superior al año pasado y viene de ser MVP. Mi sensación es que Lamar Jackson está jugando mejor que nunca y a eso ayuda tener a Derrick Henry a su lado. La facilidad con la que movieron el balón los Ravens, la solidez con la que son capaces de desarrollar drives larguísimos, percutiendo por tierra, aprovechando después el Play Action (donde Lamar firmó un magnífico 10/11 para 170 yardas), te da una impresión tan convincente que cuesta encontrar un equipo más sólido ofensivamente en toda la AFC. Los Ravens tuvieron ocho posesiones en el partido y anotaron en seis de ellas, pasaron de 400 yardas ofensivas y lograron 28 primeros downs. Es imponente. Bien es cierto que la defensa de los Commanders no es fantástica, pero igualmente la exigencia que tenían en el otro lado del balón sí era importante.
Lamar se fue a las 323 yardas de pase y sumó otras 40 de carrera. Mi sensación es que si la temporada terminara hoy, sería muy complicado no darle el MVP después de seis jornadas. El ecosistema en el que vive Lamar Jackson, con Derrick Henry atrayendo la atención de las defensas y con un Todd Monken que le está ofreciendo múltiples respuestas y hasta su cuerpo de receptores parece mejor que nunca (destacando a un Zay Flowers que en este partido se va a las 132 yardas), potencia de la mejor manera las virtudes del QB de los Ravens.
Un vistazo sobre los QBs: Jayden Daniels y Caleb Williams impresionan, el resto… son un trabajo en proceso
En esta última jornada, hasta cinco QB rookies jugaron como titulares en la NFL: Caleb Williams, Jayden Daniels, Drake Maye (que son el 1, 2 y 3 del último Draft), Bo Nix y Spencer Rattler.
Empezando por el que está siendo la gran revelación de la temporada, el QB de los Commanders, Jayden Daniels, este partido ante los Ravens quizá sea el más convincente de todos los que le hemos visto hasta el momento. Aunque no tenga esos porcentajes cercanos al 90% en pases completados de las primeras jornadas, verle verdaderamente exigido y hacerlo bien prácticamente todo es muy impresionante. Salvo las diez veces que estuvo bajo presión, donde su nivel lógicamente bajó, el resto del partido fue una exhibición. Bueno contra la zona y contra hombre, con y sin blitz, lanzando al centro del campo y fuera de los números, excelente en Play Action y pasando fuera del pocket.
La diferencia respecto al resto de partidos es que en los anteriores, con un juego de carrera que ante los Ravens se echó mucho en falta, los terceros downs asequibles que aquí se convirtieron en terceros y largos, exigiendo mucho más a Daniels. Y el QB respondió perfectamente.
En cuanto a Caleb Williams, la progresión que está experimentando cada semana el número uno del Draft es muy satisfactoria. Tanto, que en el partido de Londres ante los Jaguars, Williams comandó el mejor ataque de la jornada en la NFL. Y él está siendo capaz de leer mejor pre snap, de seguir sus progresiones, de limitar los errores, de tomar buenas decisiones. Va sin duda en el camino correcto. Por cierto, Caleb fue el único de los cinco QB rookies que jugaron como titulares esta sexta semana que logró la victoria en su partido.
Con Drake Maye las sensaciones fueron fantásticas –mucho mejores de lo que dicen los números–, con el rookie sobre el campo, el ataque de los Patriots se vio muy mejorado. Evidentemente, las carencias en cuanto a talento y a protección limitan mucho la producción del QB de New England, pero al menos la ilusión está ahí para un equipo que necesita cualquier cosa a la que aferrarse. Solo es un partido pero Maye dejó buenos síntomas. Maye solo necesitó un partido para sumar 3 touchdowns, cuando Brissett en toda la temporada acumulaba tan solo 2, ese dato es bastante revelador de lo que Drake Maye supone para el ataque patriota respecto a la que había hasta el momento.
No son tan buenos los del voluntarioso pero limitado Bo Nix. Viendo el ataque de los Broncos es fácil darse cuenta que no confían en que pueda pasar en profundidad y le tratan de ofrecer soluciones sencillas frente a sus ojos. Durante tres cuartos ante los Chargers estuvo horrible, más allá de alguna buena jugada con sus piernas, como pasador estuvo desacertado en sus decisiones y su ejecución. En pases de más de 10 yardas y rutas intermedias (entre 10 y 19 yardas) estuvo horrible, igual que contra el Blitz y donde estuvo especialmente desacertado fue contra la defensa individual, contra la que solo pudo completar un solo pase. Mediado el tercer cuarto no llevaba ni 30 yardas aéreas y solo había completado 3 de sus 10 intentos de pase. Después, con Los Ángeles ganando por una diferencia cómoda, le concedieron todo lo que le habían estado negando el resto del partido y Nix maquilló sus números. La estadística avanzada dice que Nix es el QB 38 de entre los 42 que han jugado esta temporada. Para el QB de Denver, la progresión como pasador dentro del pocket va a ser decisiva si quiere ser un QB funcional en la NFL.
Y por último, Spencer Rattler tomó el puesto del lesionado Derek Carr en los Saints. Rattler empezó mejor de lo que acabó. Su arranque de partido, sobre todo su segundo cuarto, dejó varias jugadas de mérito, demostrando tener dones físicos superiores a los de Carr, que le dan más recursos para evitar la presión. Se sacó también un puñado de buenos lanzamientos, pero en la segunda mitad se diluyó como un azucarillo y comenzó a tomar malas decisiones y a acumular errores.
Es importante subrayar que, después de mes y medio de temporada, no es momento de sentenciar a ninguno de estos chicos, es muy pronto tanto para los juicios positivos como para los negativos, estamos viéndoles crecer como QBs de la NFL frente a nuestros ojos y ni Jayden Daniels tiene garantizado ser una super estrella (aunque lo parece) ni Bo Nix está sentenciado como un QB mediocre, eso no lo podemos decidir ahora, solo el tiempo nos lo dirá y pondrá a cada chico en su sitio. Eso sí, todo apunta a que de esta camada vamos a sacar al menos un par de muy buenos jugadores. Veremos.
La Revelación de la Jornada: Sean Tucker
El para muchos desconocido RB de segundo año de los Bucs aprovechó su oportunidad para jugar el partido de su vida. Sin Rachaad White en el partido y con Bucky Irving llamado a cargar con la mayoría del peso terrestre de Tampa en Nueva Orleans, dejaba a Tucker como alternativa de rotación… y acabó siendo muchísimo más que eso. En 14 acarreos se fue a las 136 yardas y 1 touchdown, a las que sumó otras 56 en 3 recepciones y otro touchdown. 192 yardas desde scrimmage y 2 TDs en un partido que nunca olvidará y en el que destacó por su capacidad para romper placajes una y otra vez.
Jugador Defensivo de la Jornada: Will Anderson
El Pash Rusher de los Texans tuvo un día impresionante en Foxboro. Sumó 3 sacks, acumuló 8 placajes, a lo que hay que añadir 5 presiones al QB y 4 carreras detenidas por detrás de la línea de scrimmage. Pero más allá de unos números fantásticos, fue la sensación de que Anderson estuvo constantemente afectando al pocket, complicando al ataque de New England y ganando una y otra vez sus enfrentamientos y quitándose bloqueos de encima para afectar al partido de manera muy positiva para los Texans. Esa pareja formada por Danielle Hunter y el propio Will Anderson comienzan a marcar las diferencias en la defensa de DeMeco Ryans.
Josh Allen hurga en la herida de un mejorado Aaron Rodgers
Los Jets se vieron mucho mejor en Monday Night Football y Aaron Rodgers también, pero simplemente no fue suficiente para batir a unos muy sólidos Buffalo Bills. En un partido muy igualado, los detalles en las jugadas decisivas (terceros downs, blitz, red zone) fueron los que marcaron la diferencia. En un partido en el que los Runnings Backs fueron los mejores –y esto es una gran noticia para los Jets, que habían tenido desaparecido a Breece Hall por varias semanas–, Ray Davis, que sustituía al lesionado James Cook, no solo dio la talla sino que fue el mejor de Buffalo tanto en el juego de carrera (97 yardas) como en el de recepción (55 yardas y 3/3 pases atrapados). Por parte de los Jets, Breece Hall consiguió 113 de carrera y 56 de recepción y siendo el mejor de su equipo, eso no quitó que dos WRs de Nueva York pasaran de las 100 yardas de recepción: Lazard (114 yardas y 1 TD) y Garrett Wilson (107 yardas y 1 TD). A todo esto hay que sumar una de las grandes especialidades de Aaron Rodgers en su carrera, el Hail Mary; el logrado antes del descanso fue el cuarto de su carrera y, por un segundo, nos llevó a épocas más brillantes en las que ganaba partidos con esa jugada.
Entonces, si los Jets dieron un paso adelante tan evidente, ¿por qué perdieron este partido? Nos tenemos que fijar en los detalles a la hora de la verdad. Sí, Zurlein falló dos patadas, pero el kicker de los Bills también. Es en los momentos decisivos, en las jugadas clave, donde sí hubo diferencia. Aaron Rodgers, que se fue casi a las 300 yardas de pase aunque no las alcanzó (lleva casi 30 partidos si alcanzar esa barrera), consiguió ritmo, volvió a ser muy bueno en lo que es capaz de dominar a estas alturas de su carrera: el pase corto por debajo de las 10 yardas (9/12 para 92 yardas), las rutas hacia el interior (11/14 para 147 yardas) y también cuando se quitaba el balón de encima por debajo de los dos segundos y medio (10/14 para 107 yardas). Es innegable que su juego dio un salto de calidad muy evidente respecto al desastre de las dos últimas semanas. Pero cuando la situación se complicaba no era capaz de mantener ese nivel. Rodgers volvió a sufrir mucho contra el Blitz y solo pudo completar un pase y generar 8 yardas (Josh Allen contra el Blitz firmó más de 100 entre sus pases y sus propias carreras), además el QB de los Jets encajó 3 sacks. Rodgers no estuvo bien contra la defensa individual, no siendo capaz de completar ni el 50% de sus pases (contra zona sí brilló) y su falta de acierto en tercer down (4 de 12) y, sobre todo, su falta de eficacia en la Red Zone (solo un TD en cuatro visitas, mientras los Bills anotaron TD en tres de las cuatro que tuvieron), tampoco les ayudó a los Jets. Y por supuesto, otra intercepción decisiva en el momento en el que el pase que mandaba Rodgers podría ser la diferencia entre ganar y perder. Ese pase, exactamente igual que la pasada semana ante Vikings, acabó en un intercepción que hay que poner en el debe de Rodgers. En esta ocasión, un pase profundo que se queda corto, obliga a su receptor a frenar y tener que volver a por el balón, Mike Williams resbala cuando trata de ajustar su ruta al mal pase de Rodgers y Taron Johnson aprovecha para interceptar y prácticamente dejar el partido visto para sentencia.
Digo prácticamente pero los Bills todavía necesitaban un primer down y en tercera oportunidad, cuando era vital convertirla para no dar otra oportunidad a los Jets, Josh Allen tira de piernas para conseguirlo y cerrar la victoria para su equipo. Pequeñas diferencias, pequeños detalles que hacen caer la balanza de un lado o del otro.
Por parte de los Bills, con bajas importantísimas en ataque, como James Cook o un Shakir, que jugó lesionado y apenas tuvo presencia pero le dio como para atrapar dos pases importantes; la solidez del colectivo tanto en ataque como en defensa y la versión más segura de Josh Allen fueron las claves para llevarse la victoria en un partido muy igualado. Una defensa acostumbrada a casi no enviar Blitz y atacar al QB con cuatro, sabía que Rodgers sufre mucho cuando le mandan jugadores extra en presión y Buffalo lo aprovechó para enviar desde el LB (Terrel Bernard, Dorian Williams y Baylon Spector, todos ellos atacaron constantemente a Rodgers) y también desde el slot (con Taron Johnson y Taylor Rapp), la fórmula funcionó y aunque permitieron mover el balón a los Jets, provocaron los suficientes errores para dar ventaja a su equipo.
En ataque Ray Davis fue protagonista y Josh Allen gestionó a la perfección. Fue la versión sin fuegos artificiales y más segura pero permitió no tener turnovers y lo que Allen fue capaz de hacer evitando sacks y generando desde fuera del pocket también fue clave.
Los Bills se despegan con dos partidos de ventaja en la cabeza de la AFC Este y los Jets… ¿Mejorados? Absolutamente, pero ¿fue suficiente? No esta vez, pero por este camino podrían llegar a ser más funcionales de lo que lo han sido las últimas semanas a pesar de que sigue habiendo evidentes carencias en su juego. A lo largo de seis semanas, los Jets han anotado el mismo número de puntos esta temporada con Aaron Rodgers que la pasada con Zach Wilson, 113 en ambos casos, solo es una anécdota pero esconde que una inmensa mejoría, como se podía esperar con el cambio de QB, no ha existido.
Davante Adams, al rescate de los Jets
No ha habido que esperar muchas horas para comprobar la reacción a la desesperada de los Jets: Tras la derrota en Monday Night Football, el equipo de Nueva York se hace con el traspaso de Davante Adams, por una tercera ronda condicional que podría convertirse en una segunda en función del rendimiento de WR. El viejo amigo de Aaron Rodgers volviendo a su lado para rescatarle y dar un brillo a su juego cuando peor está luciendo el que llegara a ser uno de los mejores QB de la NFL. De hecho, pasando a Davante, Rodgers fue MVP y aunque ya no tenga todo el arsenal que tenía antes, contar con su receptor fetiche seguro que eleva su nivel.
De entre los recursos con los que cuenta Adams, las rutas profundas atacando el interior o rompiendo fuera de los números, la post y la corner, pueden ser su favoritas, pero imagino, tal y como viene jugando Rodgers últimamente, que le veremos mucho en el slot ofreciéndole targets de posesión, muchas slants donde imponga su físico, su maestría corriendo rutas para ganar ventaja rápido y su capacidad de yardas after catch que se conviertan en muchos primeros downs.
Cuando las cosas se han torcido en Nueva York para Rodgers, acudir a su receptor favorito y amigo parece la última bala para aprovechar la última oportunidad. Veremos si les da para llegar lejos.